Zoomando cuentos pandémicos

¡Que leer y escribir formen parte de los juegos y ritos familiares! Más aún en tiempos complicados.

A mis hijas les inventaba cuentos. Y arrorrós: sobre una melodía sencilla, mezclaba elementos que ellas mismas elegían -un elefante, un bizcochuelo, un globo de gas- y, tachín-tachín, el cuarto se poblaba en la noche justo antes de apagar la luz. El problema surgía cuando la vez siguiente me pedían el mismo: lo habíamos olvidado. Pero el juego resultaba igual de divertido para las tres.

Ellas escribían e ilustraban colecciones de cuentos y revistas. Una se dedicó profesionalmente a las Letras. La otra despunta otras artes, pero también escribe bien...

En estos tiempos raros, con mi nieta de siete (acostumbrada a mis cuentos, igual que su hermanito) ha surgido otra invención: historias por Zoom a cuatro manos. El disparador puede ser un fondo de pantalla, uno de los filtros de video que ofrece la plataforma o, simplemente, las ganas compartir.

Usamos el chat. Una arranca, manda "enter" y la otra continúa... Después Lala (o sea, yo) edita y borra las horas y minutos y quién dijo qué en cada caso. Se ilustra con captura de pantalla:

Había una vez una osita muy moderna: ¡usaba auriculares!

Se encontró con un conejo y un alien.

¡AY! El alien me da miedo, dice la coneja. ¡Mejor... vamos al cine!

La película era de un unicornio de muchos colores y la osa y el conejo comieron chupetines de colores también. A la salida, un pajarito...