top of page
Buscar

El limonero

  • Foto del escritor: Claudia Maiocchi
    Claudia Maiocchi
  • 17 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

Marcela de Aracama, participante del TEV de los viernes (¡qué grupo hermoso!) construye, en dos tiempos, una historia a imagen y semejanza de nuestra vida. Después de todo, también nosotros tenemos raíces y, si logramos atravesar el invierno, nos volvemos capaces de dar fruto.


No cualquiera. Es EL limonero. Nacimiento, esplendor, sequedad.

Admiración de todos, secreto de pocos. Complicidad de tres... Llegó un Día del Niño para Fer, hijo especial. ¿Quién a 1os doce pide un limonero? Alguien comprendido e incomprendido en las diferencias. Quien lo regaló, también.


Ese árbol ofició de testigo de amores y desamores; fiestas, risas, música hasta cualquier hora, tolerancia de vecinos… Bien dispuesto, imitaba una enredadera generosa y se veía abarcativo, pegado al muro. Soberbio.

Con él aprendí a observar la naturaleza. Todo está allí. Los ciclos son perfectos. Limonero de cuatro estaciones… Floración, madurez y cosecha.

Volver a empezar.


Un día la vida se quebró. Se acabaron las fiestas, risas y amores.

Él siguió. Yo seguí. Resistimos juntos, compinches de secretos, de vida. Compartimos tantas cosas. Sabe más que cualquiera… ¿Será cierto que todo está cifrado en la naturaleza?


Llegaron las hormigas: estrago y solución a destiempo. Como los amores que se acaban, con sus soledades no dichas, sus abrazos esquivos. Etapas que caducan, personas que parten, duelos más o menos dolientes. Ilusión y romance carcomidos.

Mi drama desgarrado de amores truncos y limonero sensible llega una tarde a oídos realistas. Y una voz amiga me susurra:

—Marce, fíjate que no tenga caracoles.

Balde de hielo: caracoles matando limonero. De un azote caigo y vuelvo a mi eje. Romance y realidad. Caracoles, amor-babosa que se arrastra... mata corazones.


Pero la vida se empeña y otra vez observo su inequívoco mensaje.

Llegó un Día de la Madre. La idea fue de Fer; los otros cuatro lo siguieron, compinches…Mis cinco amores. No hubieran podido darme nada mejor.

Probé en el espacio herido. Tal vez no le gustaba… Era cuestión de escuchar. Con una pequeña e íntima ceremonia, le di la bienvenida.

En mi jardín había… HAY otro limonero. Tal vez apocado, por percibir atención secundaria, no florecían azahares. Sólo hojas y un alma que parecía estéril.

Pasaron los días. Su verdor confirmó que era el sitio apropiado. Limpié lo viejo, piqué, aboné la tierra.


Una tarde al regarlo vi su primera flor: le hablé con gratitud.

A la semana estaba lleno de pimpollos osados y hoy limoncitos bebés lo adornan por completo.

El limonero sabe de seguir adelante agradeciendo lo vivido. Perdonando. Despidiendo lo que fue y lo que no. La existencia que late. Sí: el limonero sabe. Y yo sigo aprendiendo.


Marcela de Aracama

Taller de Escritura Vivencial (TEV)


 
 
 

Comentários


Join my mailing list

Thanks for submitting!

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

  • Icono social LinkedIn
  • Facebook icono social
bottom of page