Escribo. Solo escribo...
- Claudia Maiocchi
- 2 oct 2020
- 1 Min. de lectura
...y un camello atraviesa el ojo de una aguja. Sin prisa. Sin un roce. Pensaría que es un haz de luz; después toma la forma de un camello, como en aquellas viejas marquesinas de aquellos cigarrillos. Yo lo escribo y sí: pasa el camello. Letra por letra pasa.
¿Encontraremos pronto la cura para esta enfermedad que nos hermana y a la vez nos aleja? No lo sé, yo lo escribo. Sí: pronto la encontraremos.
¿Podrá mi hija mantenerse a salvo, mi amada hija “persona de riesgo” por una enfermedad que la acompaña hace ya tantos años? Podrá: yo así lo escribo.
¿Y mi otra hija, mi marido médico, sus hijos, nuestros nietos, los amigos..? Todo va a salir bien: así lo escribo.
¿Hallaremos el modo de ayudar a los pobres, los más pobres, que son siempre quienes la pasan peor? Ellos no necesitan mis palabras. Agua corriente piden. Una sopa, un guiso. Escuela. Cloacas. Un sitio en el que recostarse por la noche. Una estufa. Una manta.
Presente necesitan. Y futuro. Pero igual yo lo escribo.
Escribo los encuentros, los abrazos. Escribo los secretos, los misterios.
Escribo lo que escribo que escribo y rezo por escrito mi rosario de letras, de esas cuentas sagradas que mis dedos desgranan, despeñan por las teclas, la pantalla, el papel.
Milagro cotidiano: yo lo escribo.
Escribo amén, que es lo mismo que amen. Y el acento le escribo.

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