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Nuevo grupo en formación...

  • Foto del escritor: Claudia Maiocchi
    Claudia Maiocchi
  • 22 mar
  • 3 Min. de lectura

Tras la Presentación del Taller de Escritura Vivencial en Montevideo, que muy pronto se replicará en Buenos Aires, estamos cotejando la disponibilidad de días y horarios para formar un nuevo grupo. ¡Podés tomar una clase de prueba sin cargo! Una experiencia de autoconocimiento y expresión personal que libera emociones, da testimonio de la propia vida, se convierte en legado... logro y belleza. Inscripciones abiertas.


Mientras iban llegando alumnas e interesados, antes de comenzar, compartimos cosas ricas en la Confitería Esmeralda (Pocitos). GRACIAS.
Mientras iban llegando alumnas e interesados, antes de comenzar, compartimos cosas ricas en la Confitería Esmeralda (Pocitos). GRACIAS.

No es novedad que la palabra nos constituye. Contame un cuento. Había una vez. Si te contara... ¡Mi vida es una novela! El lenguaje nos acompaña a lo largo de la vida, no sólo en su sentido pragmático (como sucede con otras especies animales), sino además expresivo. Vivencial. Cada familia, cada pareja, cada persona tiene una "historia oficial"... que a veces vale la pena desafiar. Ir más allá. Reinventarnos inclusive a través de la práctica de la escritura. Por eso, al hablar de escritura vivencial no nos referimos sólo a tomar la propia vida como materia prima: también buscamos hacer de la escritura misma una vivencia transformadora. Queremos alcanzar nuestra mejor versión... y la del texto.



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Una forma de escritura cotidiana, como las listas, se transformó de repente en un juego. Luego dimos un paso más: la simple lista se convirtió en un texto capaz de decir mucho más que lo que aparentaba: las palabras dicen, sí. Y también los silencios. Lo comprobamos con un fragmento de Galeano ("Avisos", de El libro de los Abrazos, y con este poema de María Elena Walsh:

En una cajita de fósforos

 

En una cajita de fósforos

se pueden guardar muchas cosas.


Un rayo de sol, por ejemplo

(pero hay que encerrarlo muy rápido,

si no, se lo come la sombra).

Un poco de copo de nieve,

quizá una moneda de luna,

botones del traje del viento,

y mucho, muchísimo más.

 

Les voy a contar un secreto.

En una cajita de fósforos

yo tengo guardada una lágrima,

y nadie, por suerte, la ve.

Es claro que ya no me sirve;

Es cierto que está muy gastada.

Lo sé, pero qué voy a hacer:

tirarla me da mucha lástima.

 

Tal vez las personas mayores

no entiendan jamás de tesoros.

Basura, dirán, cachivaches,

no sé por qué juntan todo esto.

No importa, que ustedes y yo

igual seguiremos guardando

palitos, pelusas, botones,

tachuelas, virutas de lápiz,

carozos, tapitas, papeles,

piolín, carreteles, trapitos,

hilachas, cascotes y bichos.

 

En una cajita de fósforos

se pueden guardar muchas cosas.

Las cosas no tienen mamá.

 

María Elena Walsh (Argentina, 1930-2011)

 

Gracias, Barbara Walterskirchen y Ana Sellera Damiani, por compartir la lectura de producciones propias. Gracias a los que siguen apostando e invitaron, difundieron y acompañan siempre. Gracias a los nuevos interesados... Ahora, a congeniar día y hora para abrir un nuevo grupo. Empezamos en abril, pero la inscripción se mantiene abierta hasta mayo inclusive.


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PODÉS TOMAR UNA PRIMERA CLASE DE PRUEBA sin cargo antes de decidirte. ¡Invitá a un amigo/a! No te vas a arrepentir: sacá todo eso que llevás dentro y transformalo en un texto memorable, en el marco de un grupo pequeño, personalizado y que se maneja con confidencialidad hasta que el autor o la autora tenga ganas de dar a conocer un escrito ya pulido y conmovedor. Como muchos de los que podés encontrar en este blog.


Más información e inscripciones abiertas: (54 9) 11 5181 1696 // claudia.maiocchi@gmail.com


Vivir. Volar. Dejar huellas. Con palabras, para siempre.

Te espero.


Claudia

 
 
 

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