top of page
Buscar

Queremos tanto a Lili

  • Foto del escritor: Claudia Maiocchi
    Claudia Maiocchi
  • 8 feb 2021
  • 5 Min. de lectura

La usan, solía pensar. Desde que la gran Liliana Bodoc partió a los Confines hace ya tres años, se multiplican los homenajes, las anécdotas personales con ella, los análisis (y las reediciones) de su obra, amplia y generosa como las Tierras Fértiles. Todos la citan, todos “se la apropian”. Todos beben del mismo río caudaloso donde aprendimos a mirarnos con asombro y a descubrir el valor de “Mentir para decir la verdad”.






Tanto rezongar haciéndome la superada y ahora resulta que yo misma vengo a hacer aquello que criticaba por lo bajo. Yo, que apenas la traté y no tengo lo que se dice un nombre en la Literatura. Bien paja en el ojo ajeno lo mío.

Pero ¿cómo dejar esas palabras suyas arrinconaditas en la nube, en una única casilla de correo electrónico? ¿No sería acaso también egoísta atesorarlas en privado, sin echarlas a volar como amigos por el viento?




ÉRASE UNA VEZ UN PROYECTO DE NOVELA


Había participado de algunos de sus Talleres magistrales y fue mi tutora en 2014, durante el proceso de escritura de una novelita juvenil, El Profesor Espanta y la máquina de soñar. Guardo sus devoluciones casi con devoción. Y cada vez que paso por el Starbucks de Las Heras y Austria, en la esquina de la Biblioteca Nacional, revivo el café que compartimos, cuando mi vertiente más cholula le pidió que, además de brindarme sus impresiones sobre el avance del proyecto, firmara mi ejemplar del Venado. Otro tesoro.




Mi novela contaba las peripecias de un profesor “a la antigua”, que en un futuro distópico no muy lejano coordinaba las clases virtuales de un grupito de adolescentes, a los que de a poco lograba contagiar el amor por la vieja lectura analógica de libros impresos. Y por la presencialidad, así en la educación como en la vida. Lejos aún de la pandemia, como vivíamos entonces, la historia avizoraba que la escuela como tal había sido abolida y un Gobierno Global (GG) controlaba de manera creciente a la población a través de ciertas prácticas de biopolítica y un aceitado sistema de brain washing, que incluía escrutar de manera minuciosa los sueños de las personas y transformarlos en imput del BIG DATA.


Comparto a continuación algunos tramos de las exquisitas, cálidas, generosas palabras de Lili, a medida que avanzaba mi escritura (con mucha dificultad, porque ese año se accidentó mi madre y la vida se me puso patas arriba; aun con ese aspecto supo empatizar Liliana, quien me contó su propia experiencia con la vejez y decadencia de su padre).


Primera devolución

“Lo primero que quiero decirte es que disfruté mucho, mucho, de la lectura de tu texto. Enhorabuena (…) Me parece un gran acierto mezclar la alta tecnología con expresiones, acciones y nombres de nuestra vida cotidiana actual. "La chilena", el oso de peluche, el hecho de que Juan diga "mi viejo" refiriéndose a su papá. Eso aumenta y fortalece el verosímil. Hay un buen trazado de personajes. ¡Ni hablar del profe Espanta y sus contradicciones! Hay una hermosa metaforización de nuestra actualidad.

¿Hay algún problema?

En mi opinión, sí lo hay. Y tiene que ver con la trama argumental. Intento explicarme… Tenés una excelente-excelente-excelente creación del "núcleo duro", del entramado científico de la historia. Eso es convincente y coherente. Pero falta cuento. Falta que todo ese andamiaje funcione en un asunto más concreto. Falta que ese mundo de ciencia ficción se plasme en las historias individuales y las modifique en mayor grado. (…) expandir los núcleos narrativos, las historias personales que se verán modificadas por la intervención del profesor. Como felizmente tenemos la posibilidad, vamos a dedicarle al texto el tiempo que se merece. ¡Porque se lo merece!"


A continuación, me enviaba una serie de preguntas y de “pistas” para que ese mundo entrara en movimiento, para que no me extraviara en lo macro, sino que ahondara en lo pequeño, las acciones concretas y los detalles, verdadera sustancia de lo literario.


Segunda devolución


"Ay, las tardes de domingo… Qué gigantesca prueba (N: yo le había comentado que solo podía escribir en ese horario).

Claudia, estoy batiendo palmas porque en tus respuestas aparecieron muchos núcleos narrativos que con seguridad van a poner en pleno funcionamiento el mundo creado. Estuve pensando, pensé y pensé cuál sería la mejor manera de encarar lo que viene sin desordenar lo ya hecho y, sobre todo, sin ir más allá de lo que me corresponde. Siempre recordá que es tu texto, tu creación, tu reino. De modo que todo lo que yo pueda sugerir serán posibilidades que, tranquilamente, podrás desechar."


Tercera devolución


(…) "En lo personal, no tengo dudas del crecimiento de esta novela. Ambos capítulos están muy bien. Y no es un elogio vacío. Fijate:

- Se adentran en la interioridad de los personajes que dejan de ser un nombre y una descripción para pasar a ser seres con espesor y contradicciones.

- Los capítulos se entrelazan con todo el relato. Explican y justifican los acontecimientos presentes de cada personaje. (…)

- Las historias de amor son eternas. ¡Y la de Prilidiano y Aurelia, nos emociona!"

(…)


Cuarta devolución


"Necesité y tuve ganas de leer toda la novela. ¡Me sirvió y me alegró! Vamos capítulo a capítulo." (Y siguen los comentarios detallados sobre cada uno… ¡La había releído por completo!).


Quinta devolución


"Lo primero que quiero decirte, de escritora a escritora, ¡no hay más remedio que escribir desde lo que sentimos y nos está sucediendo! Si ese día nos dolieron las articulaciones, escribimos desde las rodillas. Si ese día perdimos los documentos, escribimos “puteando”. No te resistas. Lo único importante es que eso pase al texto por el tamiz de la literatura, que lo personal actúe como una cadencia en el texto. Entonces, ¡quedate muy tranquila! No hay nada que ponga en evidencia a Claudia por sobre el narrador…"


LA MÁQUINA DE SOÑAR


Logré terminar El Profesor Espanta y la máquina de soñar durante unas vacaciones de verano. Liliana no llegó a leer la versión final, que hoy bien podría modificar a la luz de la pandemia. La novela no tuvo suerte en un par de certámenes en que la presenté. Jamás se publicó.


¡Pero cuánto aprendí!

No solo de escritura, de núcleos narrativos, líneas o “enganches” para que el lector empatice y siga leyendo; de dosificar lo poético para que no empalague y jugar también con los silencios. Aprendí también de su pedagogía del respeto y la delicadeza: “Es tu reino, acordate”, “Lo mío son apenas sugerencias: podés tomarlas o no”, “No creas que estamos hablando de algo complejo: ya tenés el mundo y los personajes. Ahora falta expandir… “ “Si el tiempo no te permite responder todo de una vez, mandame lo que puedas. Así seguimos avanzando…”


Hoy sigo escribiendo y yo misma doy clases de escritura. ¿Hubiera sido posible sin esa experiencia mágica con semejante hada madrina y su poderosa varita? ¿Sería la persona que soy, si no me hubiera cruzado con Lili?


Termino haciendo propias las palabras con que solía concluir sus comentarios. Ella, que conocía tan bien y de primera mano la verdadera “máquina de soñar”:

“Ojalá te sea útil. Gracias. Pero gracias también por hacer literatura. Nos hace falta, cada vez más falta.”


Liliana, también vos nos hacés falta. Tu varita, sin embargo, nos sigue bendiciendo desde tus libros, desde tu inmensa obra. De aquí hasta los Confines.

Infinitas gracias, Maestra inolvidable.


CM



 
 
 

Comentarios


Join my mailing list

Thanks for submitting!

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

  • Icono social LinkedIn
  • Facebook icono social
bottom of page