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Alimento espiritual...y travesía

  • Foto del escritor: Claudia Maiocchi
    Claudia Maiocchi
  • 18 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

De cómo nos conocimos y del Taller de Escritura Vivencial como viaje. Marilú querida: me emocionaste hasta las lágrimas. Gracias, gracias, gracias.



A Claudia la conocí en un grupo al que actualmente concurro, aunque en pandemia la asistencia se trocó en participación virtual. Un grupo importante, que me ayudó en momentos críticos y continúa siendo alimento espiritual. De ella sabía que algo tenía que ver con la literatura. Un día me di cuenta de que quería regresar a mi primer amor, las letras, y me acerqué para pedirle orientación sobre cursos y talleres. Su respuesta fue amable y certera.


Me recomendó un buen lugar. La escuchaba en el grupo, me parecía profunda, cuidadosa en sus relatos. Me transmitía calma y dejaba entrever un gran compromiso al elegir las palabras adecuadas para responder a pedidos de ayuda y hasta para sus planteos personales.

Al tiempo me enteré de que tenía publicado un libro para chicos. ¡Es escritora! –me dije con sorpresa. Creció mi admiración. ¿Cómo habrá hecho? ¿Qué caminos habrá recorrido? –me pregunté sin animarme a hablar con ella. Y ahí quedó.


Busqué intensamente. Pasé por varios talleres literarios con gran expectativa. En algunos fui una corta visita. En el último estuve un año. Algunos coordinadores no veían con buenos ojos contar en primera persona historias propias. Pedían ficciones a lo Borges, Chejov, Schweblin. “¡Vuelen, vuelen! Despeguen de la base de su propia vida, no sean tan autorreferenciales.” Pero… ¡si es lo que más conozco, mi propia vida! O, tal vez, lo que me gustaría conocer mejor. Necesitaba revisarla, volver a contármela. La narración crea nuevas vidas, hasta la propia. Tengo lagunas en mi memoria; tramos apurados que no entendí, detenciones en silencio que piden nuevos relatos.


“Las palabras son todo lo que tenemos”, dijo un iluminado Samuel Beckett. Y porque estamos hechos de palabras (ajenas, hasta que nazcan las propias), ¿quién mejor que yo para ordenar mis propias cartas mentales?


Hasta que un día, paseando por Facebook, vi un aviso que me dejó helada. Helada de sorpresa. La joya más preciada: tu vida. Taller de Escritura Vivencial. Claudia Maiocchi.

Sentí que se había encendido una luz grande, potente en mi larga ruta. Intuí que era por ahí. Y, además, ¡justo ella! Misterios de la vida. Poco antes me había enterado (soy una buscadora infatigable cuando necesito algo) de que existían talleres de escritura vivencial, no meramente literarios.


No es psicoterapia, pero es altamente terapéutico. Recomendable al cien por ciento si querés embarcarte en tu propio conocimiento con guía, en grupo y disfrutando de buena lectura. Es una experiencia única.

Tiene algunas semejanzas con todo aquello que nos hace bien cuando queremos alcanzar cierta paz buceando en nuestras profundidades; saltando a las aguas de un mar con oleaje alto, desafiante y a la vez fresco y renovador.


Una vez que aceptás la invitación y te sumergís en tu propia historia, salís diferente. El cielo se vuelve más diáfano, avanzás mar adentro y flotás con el sol acariciándote la cara. Tu joya brilla más después de cada inmersión en el mar de tus propias palabras.

Infinitas Gracias, mi querida Claudia. Brindo por lo realizado y por las futuras navegaciones juntas, vos de timonel en nuestro barco-grupo.

Marilú Ciapponi Taller de Escritura Vivencial (TEV)

 
 
 

1 Comment


Ines Olivero
Ines Olivero
Apr 25, 2021

Excelente...!!! Felicitaciones Marilú... Una maravilla haberte reencontrado con tu primer amor.

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